Él
la manejaba a su antojo, como quería.... La sacaba a la calle, la enseñaba como
si fuera un trofeo.
A
veces se enfadaba porque las cosas no salían como él había previsto, y lo
pagaba con ella.... otras lo celebraban juntos, y aunque ella sólo miraba, era
feliz viéndole disfrutar.
Es
increíble cómo, después de tanto tiempo juntos, las cosas pueden terminar así.
Su
historia es sencilla, como tantas otras, pero a la vez compleja, muy compleja y
para muchos seguramente, sin píes ni cabeza.
El
azar hizo que sus caminos se juntaran un día. Hace tiempo. Ninguno lo buscaba,
pero sin querer, se encontraron.
Los
comienzos fueron duros. Días con sus noches de aprendizaje... Ella pensaba que
lo bueno de trabajar en equipo es que poco a poco lo conseguirían..
Y lo consiguieron...
Fueron años de dicha, de éxitos, de riqueza. Allá donde iban ¡¡lo
conseguían!!!! Ella lo era todo para él: la mimaba, la cuidaba...... Ella le
miraba y, aunque no lo exteriorizaba, se sentía radiante, feliz, grande,
enorme...¡¡¡descomunal!!!!.... Por fin había conseguido triunfar. Estaba en lo
más alto y tocaba el cielo con los dedos. Era la primera vez que se sentía
así....
Pero
no contaba con que todo momento dulce, puede llegar a amargarse....
Él
empezó a beber. Después de un día glorioso se iba a celebrarlo, sin ella. Ella
le veía alejarse bien vestido, con ese porte que le caracterizaba, con su mejor
sonrisa... y volvía arrastrándose.... a veces acompañado por mujeres, otras le
traían entre dos hombres y le dejaban caer encima de la cama. Ella se sentía
impotente por no poder hacer nada....
Había días que no se
despertaba y prácticamente empalmaba un día con el siguiente. Esos días no
salían a actuar..... No siempre ocurría, pero poco a poco esos días empezaron a
ser frecuentes....y llego un momento en que era lo habitual.
Tenían
dinero... podían subsistir, pero.... todo se acaba, y se terminó.
Una
mañana él resacoso y malhumorado, la emprendió con ella. Pagó su situación con
ella. La golpeó, con las manos, contra la pared, contra el suelo..... ella no
se quejaba. Nunca se había quejado..... Sufría, sufría mucho, pero las veces
que era feliz, que había sido feliz compensaban los malos momentos, porque
nunca antes había llegado a tocar el cielo con los dedos, y eso lo había
conseguido gracias a él, y sólo por ese motivo le estaba eternamente
agradecida, a pesar de los golpes, de las patadas, de dejarla tirada en un
rincón.... a pesar de todo eso, ella sólo tenía una palabra para él: GRACIAS.
Y
esta es su historia.... El destino les unió... y el destino fue el que les
separó...
Esa
noche, esa última noche... él volvió como tantas otras, borracho,
tambaleándose... aunque solo. Esta vez nadie le acompañaba. Ella le miraba....
sentía lástima por él. Lo había tenido todo, y ahora no tenía nada. Sólo la
tenía a ella, aunque él no se daba cuenta.
Está
vez nadie le dejo caer sobre la cama. Él solo se desplomó. Calculó mal y cayo
al suelo. A gatas intento incorporarse, y en uno de esos intentos, la alcanzó
con una fuerte patada....
Y
la gritó “¡¡ESTÚPIDA!!! Quita de en medio... Lo único que haces es incordiar y
molestar. No sirves para nada”.
Ella
desde el suelo le miró. Sus ojos se cerraron y un nuevo manotazo, hizo que
volvieran a abrirse... La encerró... Él
por fin consiguió tumbarse en la cama.. y ya no despertó.
Los ojos de ella se
asomaron por esa rendija... esa rendija casi diminuta que él había dejado... y
le vio dar el último suspiro antes de convertirse en un cuerpo inerte.
Ella no podía llorar, pero
lloraba y aunque no podía sentir, sentía.
A través de esa rendija
había visto tantas y tantas cosas....
Sabía que permanecería
encerrada hasta que alguien, por azar, la encontrara. Sabía que ya no era la
misma, esos golpes la habían dejado secuelas, seguramente irreparables. No
podría volver a tocar el cielo, pero no la importaba..... porque ya lo había
tocado, lo había tenido entre sus dedos, y sólo ya por eso había merecido la
pena pasar por todo lo que había pasado.
Era
una simple marioneta..... Sus hilos se intercalaban siendo lágrimas y sonrisas.
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